"¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria."

Jose Antonio Primo de Rivera

“Yo quiero ser español y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón, quiero teñir mi fantasía en los matices que llevan disueltos en sus paletas Murillo y Velázquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y del Cid; quiero llevar en el escudo de mi Patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente y las naves que descubrieron el Occidente; quiero ser de toda esta tierra, que aún me parece estrecha, sí; de toda esta tierra tendida entre los riscos de los montes Pirineos y las olas del gaditano mar; de toda esta tierra redimida, rescatada del extranjero y sus codicias por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos. Y tenedlo entendido de ahora para siempre: yo amo con exaltación a mi Patria, y antes que a la libertad, antes que a la república, antes que a la federación, antes que a la democracia, pertenezco a mi idolatrada ESPAÑA”.

José Ortega y Gasset

lunes, 28 de febrero de 2011

Oración del Padre Pío (después de comulgar)

Quédate conmigo, Señor, porque es necesario tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes con qué facilidad te abandono.
   
Quédate conmigo, Señor, porque soy débil y tengo necesidad de tu fortaleza para no caer tantas veces.
  
Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti disminuye mi fervor.
   
Quédate conmigo, Señor, porque Tú eres mi vida y sin Ti quedo en tinieblas.
    
Quédate conmigo, Señor, para mostrarme tu voluntad.
   
Quédate, Señor, conmigo, para que oiga tu voz y la siga.
    
Quédate, Señor, conmigo, porque deseo amarte mucho y estar en tu compañía.
    
Quédate conmigo, Señor, si quieres que te sea fiel.
     
Quédate conmigo, Señor, porque aunque mi alma sea tan pobre, desea ser para Ti un lugar de descanso, un nido de amor…
     
Quédate, Jesús, conmigo, porque se hace tarde y el día declina… Esto es, se acerca la muerte, el juicio, la eternidad…
    
Quédate conmigo; necesito redoblar mis fuerzas a fin de no desfallecer en el camino y para esto tengo necesidad de Ti.
      
Se hace tarde y viene la muerte.
    
Me inquietan las tinieblas, las tentaciones, las arideces, las cruces, las penas… ¡Cuánta necesidad tengo de Ti!
     
Haz que te conozca, como tus discípulos, al partir el pan. Esto es: que la unión eucarística sea la luz que disipe las tinieblas, la fuerza que me sostenga y la única alegría de mi corazón.
      
Quédate, Señor, conmigo, porque cuando llegue la muerte quiero estar unido a Ti, si no realmente por la Santa Comunión, sí al menos por la gracia y el amor.
    
¡Quédate, Jesús, conmigo! No te pido la divina consolación, porque no la merezco, pero el don de tu santísima presencia… ¡eso sí, te lo pido!
     
¡Quédate, Señor, conmigo! A Ti solo busco; tu amor, tu gracia, tu voluntad, tu corazón, tu espíritu, porque te amo y no quiero otra recompensa que amar.
    
Quiero un amor ferviente y profundo.
    
Quiero amarte con todo mi corazón, aquí en la tierra, para seguir amándote con perfección por toda la eternidad.
   
Así sea.

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