"¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria."

Jose Antonio Primo de Rivera

“Yo quiero ser español y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón, quiero teñir mi fantasía en los matices que llevan disueltos en sus paletas Murillo y Velázquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y del Cid; quiero llevar en el escudo de mi Patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente y las naves que descubrieron el Occidente; quiero ser de toda esta tierra, que aún me parece estrecha, sí; de toda esta tierra tendida entre los riscos de los montes Pirineos y las olas del gaditano mar; de toda esta tierra redimida, rescatada del extranjero y sus codicias por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos. Y tenedlo entendido de ahora para siempre: yo amo con exaltación a mi Patria, y antes que a la libertad, antes que a la república, antes que a la federación, antes que a la democracia, pertenezco a mi idolatrada ESPAÑA”.

José Ortega y Gasset

viernes, 28 de enero de 2011

Estos son los que nos sacan de la crisis en dos dias...

¡¡QUE VIVA EL JAMÓN, MORO!!

Hoy he recibido en mi cuenta, un e-mail que está circulando por ahi, referente a la noticia de aquel "morito" que denunciaba a su profesor por hablar del jamón en clase. El correo es anónimo, os lo copio tal cual.

"Y que viva por muchos años, tantos años como los que lleva entre nosotros esta milenaria perla gastronómica, orgullo dentro y fuera. ¡Que viva el jamón!, moro, aunque te ofenda si lo digo. Porque, moro, no es verdad que tu religión te prohíba hablar del cerdo, del que aquí, donde vives, a la inmensa mayoría nos gusta hasta los andares. Porque aquí, donde vives, moro, no nos escandalizamos ni nos sentimos ofendidos cuando alguien de tu religión viste, come y reza como lo hacéis. Aquí, moro, sí nos sentimos ofendidos de que en tu país, Marruecos, a personas como yo las metan en la cárcel simplemente por pensar diferente a tu rey. O por hablar del cerdo alauita, subproducto degenerativo del porcino, con la libertad con la que tu profesor habló de los de cuatro patas. Aquí donde vives, donde estudias, donde tienes derechos, donde eres persona, donde eres visible, te atreves a escandalizarte porque se hable en tu presencia del jamón, mientras seguro que te fumas un porro de polen traído de la tierra de tus progenitores. O admites como la cosa más normal del mundo que un septuagenario de tu religión se despose con una niña de once años.
Aquí, donde vives y donde exiges derechos, moro, hace tiempo que aprendimos a tolerar, a acoger, a respetar, algo de lo que tú no tienes ni  pajorera idea, porque con tus exigencias demuestras ser intolerante, fanático, sectario, intransigente y, sobre todo, un peligro público. Porque hoy se empieza reprobando a un profesor que osa hablar del jamón en clase y mañana se termina sentenciándolo a morir en nombre de vuestro dios.
Lo que no entiendo, moro, es que los de tu raza y condición os paséis el día ofendidos ante nuestro estilo de vida, nuestras costumbres, nuestra cultura, y que renunciéis a encontrar algo mejor. Quizás el paraíso de Alá, allá cruzando el estrecho, te ofenda menos y te agrade más.
Conste, moro, que estoy lejos de sentirme sorprendido ni confundido por ti. Hace tiempo que te conozco, que os conozco, y por eso estoy lejos de esperar nada bueno de vosotros. En Estepona, En La Línea, en Ceuta, en Barcelona, en París, en Bonn, en Verona, en Berna, en Estocolmo en Ámsterdam… la historia siempre es la misma. Primero os acogemos, os respetamos, os alimentamos, os damos más derechos que deberes, os intentamos educar, os dejamos mirar a la Meca mientras rezáis, os permitimos que construyáis mezquitas, que podáis vivir digna y libremente sin renunciar a una sola de vuestras creencias ni ideas, y al final termináis queriendo mandar a la hoguera a quien ose hablar del jamón en vuestra presencia. Sé que si pudieras, si se cumpliera aquello para lo que la acobardada clase política europea trabaja sin desmayo, habrías pasado de las palabras a los hechos y tal vez habrías ordenado la flagelación pública de tu profesor o acaso algo peor aún.
Doy gracias a Dios, a mi Dios, de que por el momento no puedas imponer a tu profesor aquello de lo que pueda hablar o dejar de hacerlo. Sin embargo a gente como tú y a políticos tan traidores como los nuestros, aquí se puede todavía opinar libremente. Si en Marruecos, tu país, a algún alumno cristiano se le hubiese ocurrido refutar la opinión de un profesor favorable a las delicias de la comida halal, muy probablemente ese alumno habría terminado dando con sus huesos en la cárcel. Es la diferencia entre la nuestra y tu civilización detestable y salvaje.
Dicho, moro, todo lo anterior, sólo cabe apostillar: ¡que viva el jamón y que su disfrute os siga vedado otros mil años!"

martes, 25 de enero de 2011

Carta abierta a D. Alfonso Ussía


24 de enero de 2011. Muy señor mío:

A pesar de que Vd. lo ha afirmado, no parece cierto que D. Juan Carlos consultase con Su Santidad antes de refrendar la Ley del Aborto. Parece ser que la Zarzuela lo ha negado.

Además es algo que no tiene sentido. Y no, ya, desde el punto de vista de que estamos en un estado laicista que persigue a la Religión. Sino desde la más genuina aplicación de la doctrina de los “dos poderes”, vigente en la Cristiandad.

¿Tenemos que recordar que hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César? En el caso que nos ocupa Dios ya ha hablado: no matarás. La Iglesia lo ha repetido, en nombre de Dios, mil veces: el aborto es un crimen nefando. El Papa no tiene por qué repetir lo que muchas veces ha dicho.

Ahora le toca decidir y actuar al César bajo su propia responsabilidad. Sin que ningún poder espiritual le pueda eximir de ella. Por eso lo que el Papa le haya podido decir a D. Juan Carlos, si es que se lo ha dicho, no le libra de su responsabilidad de haber refrendado una ley inicua. Responsabilidad ante los españoles de hoy y ante la historia. En su responsabilidad ante Dios, no somos quienes para entrar.

Es curioso que sean los monárquicos alfonsinos, los teóricamente partidarios de la separación de la Iglesia y del Estado, quienes en una situación como la actual confunden las cosas y recurren a la Iglesia para librar a su dinastía de la responsabilidad de una iniquidad (una más ¡entre tantas!) que ha cometido. Los que siempre nos han acusado a los carlistas de cubrirnos con la capa de la Religión, recurren a la Religión para cubrir la participación de su rey en la aprobación del aborto. Y eso no es de ahora. No puedo evitar el recuerdo de la polémica que en 1947 mantuvieron D. Luis Ortíz Estrada y Don Julián Cabanillas. El primero había publicado una serie de artículos, recogidos luego en un volumen, en que calificaba a D. Alfonso de “Artífice de la República Española” le contestaba Cortés Cabanillas algo así como que tratase con más respeto a un rey que había dado ejemplo a todos con su muerte cristiana. ¿Qué tenía que ver lo uno con lo otro?

Volviendo al tema de hoy. Lo sentimos por D. Alfonso Ussía. Su lealtad a esa familia no tiene por qué llegar al extremo de hundir su prestigio profesional en su defensa. Porque D. Alfonso conoce mejor que nosotros lo que nos enseñó el clásico: “Al Rey la hacienda y la vida se han de dar, mas el honor....”.

Carlos Ibáñez Quintana.


lunes, 24 de enero de 2011

Carta de La Falange al rector de la UB con motivo de la suspensión de la Santa Misa

He trasladado hasta mi blog una noticia que han publicado los camaradas de Infonacional, por el hecho de considerar el mensaje de dicha noticia,de una gallardía máxima, y porque a buen seguro nos servirá como perfecta arenga, a todos quienes la leamos para seguir firmes en la lucha diaria por nuestra causa. Es una carta de valientes, de guerreros, de auténticos hombres con valores que no están dispuestos a ceder ante nada ni ante nadie. Gracias a todos los jóvenes de F.E. por la defensa de Dios y de la religión católica en estos días tan difíciles, siendo nuevamente un ejemplo a seguir por todos.

(http://infonacional.com/modules.php?name=News&file=article&sid=8693)


Distinguido Rector de la Universidad de Barcelona:


Desde las Juventudes de La Falange, nos dirigimos a usted en referencia a su decisión de suspender las celebraciones católicas en la Facultad de Económicas, excusándose en no poder garantizar la seguridad de los fieles.


Si el motivo como dice, no ha sido otro que la coacción de los violentos, las Juventudes de La Falange se ofrecen para garantizar la seguridad de los mismos, manifestando contar con los recursos y la determinación suficientes para ello. De igual modo, invitamos a usted y a su claustro a la reflexión, sobre si la celebración de cualquier acto –sea religioso, político o cultural-, se llevará a cabo en virtud de si la violencia lo consiente o lo impide.


Nos resulta penoso contemplar que en la universidad catalana del sigloXXI, las diferencias se resuelvan así. Si usted establece que la manera de evitar según qué actividades, sea a base de gritos y alguna torta,háganoslo saber.


Los falangistas no nos amedrentamos en escenario alguno. Rector, le exigimos que reflexione y rectifique; Ha conseguido lo que quería la chusma violenta que actúa impunemente por las facultades: que no se celebre misa. Con nuestro firme ofrecimiento, ya no hay motivo para seguir impidiendo el culto a los jóvenes católicos.

Sin otro particular, me despido.

Oriol Balaguer

Coordinador de las Juventudes de La Falange en Cataluña
 

sábado, 22 de enero de 2011

Defensa otorga medallas «de guerra» a 10 soldados por combates en Afganistán

14 Enero 2011

Madrid- No son los primeros ni serán los últimos, pero sus actos no suelen trascender más allá de las páginas del Boletín Oficial del Estado y de la lógica admiración de sus compañeros de armas. Son los héroes de la guerra de Afganistán, que no reciben publicidad del Ministerio de Defensa ni son condecorados en actos de trascendencia informativa. Las cruces con distintivo rojo saltan a los titulares cuando el que la recibe lo hace a título póstumo, pero los hay que las reciben en vida por haber acreditado valor ante el enemigo.

Los últimos diez fueron reconocidos el pasado 10 de enero. Sus nombres aparecían en el BOE. Ocho miembros del Ejército de Tierra (cruces al Mérito Militar con distintivo rojo), uno de la Armada (cruz al Mérito Naval con distintivo rojo) y uno del Aire (cruz al Mérito Aeronáutico con distintivo rojo). Cinco capitanes, un teniente, tres sargentos y un cabo que se encontraron frente a frente con los talibanes, les combatieron y les hicieron huir.

El capitán Iván San Miguel, los sargentos Antonio Chincoa, Carlos Rachid Gómez y José Enrique Serantes y el cabo Marco Álvarez se encontraban de patrulla el 2 de septiembre de 2009 en la zona del problemático paso de Sabzak, al sur de Qala-i-Now, cuando sufrieron una emboscada. En medio del combate, una bala rebotada impactó en la pierna del sargento Serantes. Sus compañeros hicieron huir a los insurgentes y evacuar al herido. Al día siguiente, su compañía salió en busca de los atacantes y abatió a trece de ellos mientras el resto huía. Su acción, manteniendo varias horas el combate, mereció el valor acreditado y la máxima condecoración que se concede hoy en día.   

Los capitanes Fresneda y Martín Calvo también combatieron, y demostraron sus dotes de mando, en la localidad de Sangh Atesh, en las mismas fechas. En esa localidad se encontraba el primer puesto avanzado del contingente español, particularmente castigado en otoño de 2009. En esa posición demostró su valor el capitán Antonio Muñoz Galdeano, de la Jefatura de Tropas de Montaña, que relevó al Mando de Canarias, al que pertenecían los anteriores condecorados. Otro combate de su compañía contra los talibanes y otro capitán que demostró, en una situación difícil, « dotes significadas de mando, serenidad o iniciativa frente a fuerzas hostiles», tal y como recoge el reglamento de recompensas militares.

El teniente de Infantería de Marina Lorenzo Vingut Harrington se encargaba en una patrulla del guiado del apoyo aéreo. La emboscada que sufrieron en abril de 2009 le supuso poco después una citación como distinguido en la Orden General. Ahora, recibe la cruz al Mérito Naval con distintivo rojo después de que, en medio del ataque talibán, descendiera de su vehículo y con su fusil hiciera frente al enemigo.

De las mismas funciones se encargaba el capitán del Ejército del Aire Carlos Javier Martín Traverso, y el mismo valor acreditó en una situación similar, según ha podido saber este periódico de fuentes militares.

Esta condecoración se otorga a quienes mueren por acciones del enemigo o a quienes acreditan valor o especiales dotes de mando e iniciativa en operaciones frente a fuerzas hostiles. Es, en tiempos de paz, la máxima condecoración que se otorga.

Noticia completa en: http://www.larazon.es/noticia/2695-defensa-otorga-medallas-de-guerra-a-10-soldados-por-combates-en-afganistan

En nombre de todos los patriotas españoles, gracias por vuestra entrega, sacrificio y abnegación. Somos muchos los que nos sentimos orgullosos de vuestra labor, no solo de la humanitaria, sino en la que mostrais vuestro arrojo y valor en el ardor del combate, haciendo valer aquel lema, que algunos politicos quisieron borrar, pero que vosotros ensalzais siempre con orgullo de..."A España servir hasta morir".
Y recordad siempre las ordenanzas del requeté: "Ante Dios nunca sereís héroes anónimos".... y ante la mayoria de nosotros tampoco.

jueves, 20 de enero de 2011

Barack Obama y la masonería

Tal día como hoy del año 2009, juró su cargo como presidente de los EE.UU. el masón Barack Obama.
Ya en el presente año, parece que el “pobre” Obama ha perdido el apoyo de sus fans más incondicionales, los mismos que hace tan sólo dos años pensaban que el primer presidente negro en la historia de los Estados Unidos de Norteamérica iba a cambiar e incluso salvar el planeta,…Pobres ingenuos.
Con una tasa de desempleo atroz, sin el apoyo de la clase trabajadora, y a pesar de la leve mejora económica y del “amago” de reforma sanitaria, mucho va a tener que rezar al dios de su logia para sacar un resultado positivo de las próximas elecciones en 2012.
A continuación os dejo un enlace de RTVE para que podáis escuchar una entrevista con Javier Sierra poco antes de las elecciones del 2009.

Una vez escuchada, os animo a leer esta información en relación directa con la entrevista anterior. Un año más tarde aproximadamente de dichas elecciones. 




SAN LUIS Rey de Francia (1214-1270)

San Luis fue un hombre excepcional dotado por Dios de una gran sabiduría para gobernar, una enorme bondad que le atraía las simpatías de la gente, y una generosidad inmensa para ayudar a los necesitados, unido todo esto a una profundísima piedad que lo llevó a ser un verdadero santo. 
Una madre ejemplar. Tuvo la dicha San Luis de tener por madre a una mujer admirable, Blanca de Castilla, que se preocupó por hacer de él un cristiano fervoroso y un gobernante intachable. Esta mujer formidable le repetía a su hijo: "Te amo muchísimo, pero preferiría mil veces verte muerto antes que saber que has cometido un pecado mortal".
Era un hijo del rey Luis VIII de Francia, y nació en 1214. Toda su vida sintió una gran veneración por la Iglesita donde fue bautizado y allá iba cada año a darle gracias a Dios por haberle permitido ser cristiano.
Una vez preguntó a un empleado qué preferiría, si cometer un pecado mortal o volverse leproso. El otro le respondió que preferiría el pecado. San Luis lo corrigió diciéndole: "No, no hay desgracia ni enfermedad mayor ni más horrorosa que cometer un pecado grave".
A los 12 años quedó huérfano de padre, y su madre Blanca asumió el mando del país mientras el hijo llegaba a mayoría de edad. Al cumplir sus 21 años fue coronado como rey, con el nombre de Luis IX.
Buen guerrero pero generoso. San Luis fue siempre un guerrero hábil, inteligente y valeroso, pero supremamente generoso con los vencidos. Cuando él subió al trono muchos condes y marqueses, imaginándose que sería un joven débil y sin ánimos para hacerse respetar, se declararon en rebelión contra él. Luis organizó muy bien su ejército y los fue derrotando uno por uno. El rey de Inglaterra invadió a Francia, y Luis con su ejército lo derrotó y los expulsó del país. Pero estaba siempre dispuesto a pactar la paz con sus enemigos tan pronto como ellos lo deseaban. Decía que sólo hacía la guerra por defender la patria, pero nunca por atacar a los demás.
Amigo de la religión. Pocos gobernantes en la historia han sido tan amigos de la religión católica como el rey San Luis. Le agradaba mucho ir a los conventos a rezar con los religiosos y asistir con ellos a las ceremonias religiosas. Alguien le dijo que había gente que le criticaba por ser tan piadoso y asistir a tantas reuniones donde se rezaba, y él le respondió: "De eso no me avergüenzo ni me avergonzaré jamás. Y esté seguro de que si en vez de ir a esas reuniones a orar, me fuera a otras reuniones a beber, bailar y parrandear, entonces sí que esas gentes no dirían nada. Prefiero que me alabe mi Dios aunque la gente me critique, porque por El vivo y para El trabajo, y de El lo espero todo".
Padre y esposo. A los 19 años contrajo matrimonio con Margarita, una mujer virtuosa que fue durante toda su vida su más fiel compañera y colaboradora. Su matrimonio fue verdaderamente feliz. Tuvo cinco hijos y seis hijas. Sus descendientes fueron reyes de Francia mientras ese país tuvo monarquía, o sea hasta el año 1793 (por siete siglos) hasta que fue muerto el rey Luis XVI, al cual el sacerdote que lo acompañaba le dijo antes de morir: "Hijo de San Luis, ya puedes partir para la eternidad". A sus hijos los educó con los más esmerados cuidados, tratando de que lo que más les preocupara siempre, fuera el tratar de no ofender a Dios.
Sus leyes especiales. San Luis se propuso disminuir en su país la nefasta costumbre de maldecir, y mandaba dar muy fuertes castigos a quienes sorprendían maldiciendo delante de los demás. En esto era sumamente severo y fue logrando que las gentes no escandalizaran con sus palabras maldicientes.
Otra ley que dio fue la prohibición de cobrar intereses demasiado altos por el dinero que se prestaba. En ese tiempo existían muchos usureros (especialmente judíos) que prestaban dinero al cinco o seis por ciento mensual y arruinaban a miles de personas. San Luis prohibió la usura (que consiste en cobrar intereses exagerados) y a quienes sorprendían aprovechándose de los pobres en esto, les hacía devolver todo lo que les habían quitado. Un rico millonario mandó matar a tres niños porque entraban a sus fincas a cazar conejos. El rey San Luis hizo que el rico le quitaran sus haciendas y las repartieran entre la gente pobre.
La gran cruzada. Sabiendo que era un hombre extraordinariamente piadoso, le hicieron llegar desde Constantinopla la Corona de Espinas de Jesús, y él entusiasmado le mandó construir una lujosa capilla para venerarla. Y al saber que la Tierra Santa donde nació y murió Jesucristo, era muy atacada por los mahometanos, dispuso organizar un ejército de creyentes para ir a defender el País de Jesús. Esto lo hacía como acción de gracias por haberlo librado Dios de una gran enfermedad.
Organizó una buena armada y en 1247 partió para Egipto, donde estaba el fuerte de los mahometanos. Allí combatió heroicamente contra los enemigos de nuestra religión y los derrotó y se apoderó de la ciudad de Damieta. Entró a la ciudad, no con el orgullo de un triunfador, sino a pie y humildemente. Y prohibió a sus soldados que robaran o que mataran a la gente pacífica.
La hora del dolor y de la derrota. Pero sucedió que el ejército del rey San Luis fue atacado por la terrible epidemia de tifo negro y de disentería y que murieron muchísimos. Y el mismo rey cayó gravemente enfermo con altísima fiebre. Entonces los enemigos aprovecharon la ocasión y atacaron y lograron tomar prisionero al santo monarca. En la prisión tuvo que sufrir muchas humillaciones e incomodidades, pero cada día rezaba los salmos que rezan los sacerdotes diariamente.
Rescate costoso. Los mahometanos le exigieron como rescate un millón de monedas de oro y entregar la ciudad de Damieta para liberarlo a él y dejar libre a sus soldados. La reina logró conseguir el millón de monedas de oro, y les fue devuelta la ciudad de Damieta. Pero los enemigos solamente dejaron libres al rey y a algunos de sus soldados. A los enfermos y a los heridos los mataron, porque la venganza de los musulmanes ha sido siempre tremenda y sanguinaria.
El rey aprovechó para irse a Tierra Santa y tratar de ayudar a aquel país de las mejores maneras que le fue posible. El ha sido uno de los mejores benefactores que ha tenido el país de Jesús. A los 4 años, al saber la muerte de su madre, volvió a Francia.

Obras de caridad admirables. En su tiempo fue fundada en París la famosísima Universidad de La Sorbona, y el santo rey la apoyó lo más que pudo. El mismo hizo construir un hospital para ciegos, que llegó a albergar 300 enfermos. Cada día invitaba a almorzar a su mesa a 12 mendigos o gente muy pobre. Cada día mandaba repartir en las puestas de su palacio, mercados y ropas a centenares de pobres que llegaban a suplicar ayuda. Tenía una lista de gentes muy pobres pero que les daba vergüenza pedir (pobres vergonzantes) y les mandaba ayudas secretamente, sin que los demás se dieran cuenta. Buscaba por todos los medios que se evitaran las peleas y las luchas entre cristianos. Siempre estaba dispuesto a hacer de mediador entre los contendientes para arreglar todo a las buenas.
Agonía en plena guerra. Sentía un enorme deseo de lograr que los países árabes se volvieran católicos. Por eso fue con su ejército a la nación de Túnez a tratar de lograr que esas gentes se convirtieran a nuestra santa religión. Pero allá lo sorprendió su última enfermedad, un tifo negro, que en ese tiempo era mortal.

Del testamento espiritual de San Luis a su hijo
(Acta Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546)

“Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.
Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.
Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas.
Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor con oración vocal o mental.
Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.
Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.
Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la Santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén”.

Santa muerte. El 24 de agosto del año 1270 sintió que se iba a morir y pidió los santos sacramentos. De vez en cuando repetía: "Señor, estoy contento, porque iré a tu casa del cielo a adorarte y amarte para siempre". El 25 de agosto a las tres de la tarde, exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", y murió santamente.

El Sumo Pontífice lo declaró santo en el año 1297.

Quiera Dios enviarnos muchos gobernantes tan santos y tan caritativos y buenos católicos, como San Luis rey de Francia.

miércoles, 19 de enero de 2011

Ni libre, ni demócrata

Utilizar términos como democracia, libertad, igualdad, o hablar de determinados derechos: humanos, individuales,… (eso, sí, siempre derechos, nunca deberes) entre una sociedad analfabeta sólo puede tener como consecuencia una ejemplificación al máximo exponente de un pueblo “aborregado”, manipulado cual simple e indefensa marioneta en manos de demasiados gobernantes usureros.
En la primera batalla, Lucifer mostraba todavía su rostro de ángel. Fue su malvado deseo de liderar algo que no le correspondía lo que le convirtió en quién hoy conocemos, tras la gloriosa victoria de los santos guerreros bajo las órdenes de San Miguel Arcángel. Mucho tiempo después, seguimos inmersos en esta encarnizada lucha, pero con la diferencia de que el rostro de Satán ya no es hermoso, en él es visible su maldad, pero ante ello ha sabido descubrir cual es el camino más fácil para ganarle adeptos a nuestro Señor. Tentaciones, lujurias, vicios,… quién puede resistirse a estos “falsos placeres temporales”.
Por otro lado estamos quienes a pesar de humanos tropiezos, seguimos intentando mantenernos firmes y fieles a ese bautismo en el que nos afirmamos como hombres buenos, al servicio de una noble causa.
Es cierto que el número de unos y otros está declinando la balanza hacia el lado más oscuro, pero eso tiene una fácil lectura, ya que “los malos” han sabido que era lo primero que debían hacer para vencer a los “buenos”, ¡confundirnos! ¿Cómo?, muy sencillo, tergiversando la visión de la realidad, manipulando la historia, destrozando valores necesarios para el ser humano como, valor, honor, lealtad, fidelidad, honradez, humildad… borrando la familia,…y lo que es peor aun, permitiendo que el “hombre” se crea capaz de poder actuar y decidir en situaciones en las que sólo Dios debe de ser el verdadero y único ejecutor. ¿Quién creemos que somos para decidir lo que esta bien o mal? Esa respuesta ya nos la dio el Señor desde el mismo momento de nuestra creación. ¿Quiénes somos para decir quién debe, cuando y como nacer o morir?
Ese estatus que nos hemos atribuido los humanos de estar a la altura de Dios – siendo dioses de nuestras propias vidas -, es algo que va únicamente en nuestro propio detrimento.
Miles de pruebas a nuestro alrededor dan fe de nuestra ignorancia, de nuestro “aborregamiento”, de cómo nos manipulan, o si no… ¿por qué no hacemos nada cuando a penas sobrevivimos como mil-euristas (si no estamos en el paro –son casi 5 millones ya de familias destrozadas-) mientras vemos en la tele o prensa noticias como estas?:
          “Carod-Rovira apuesta por el fin de la burbuja y compra un ático de 800.000 euros”; “Pedro Solbes recibirá ahora un sueldo y dos pensiones: en total, 13.494 euros cada mes”; “Montilla cobrará 100.000 euros de por vida, más que Aznar y González”; “El sindicalista Toxo logró un piso de protección ganando 114.000 euros”; “José Bono compró a su hijo un piso de un millón de euros”; “PSOE defiende que los expresidentes sigan cobrando sueldo vitalicio, aunque tengan otros ingresos”,…
Y todavía les votamos y aclamamos… ¿somos o no marionetas?
También hay noticias de España como:
          “El salario medio en España es casi la mitad que el de Reino Unido, Holanda y Alemania”; “El número de parados alcanzará los 4,7 millones y la tasa de paro repuntará al 20,3%”,…
Y todavía les aplaudimos y defendemos, ¿es que tan gilipollas somos?
Y que decir sobre las “libertades democráticas”…¿Libertad de prensa? ¿de religión? ¿de educación?...
¿Religión?: Pero si nos quitan los crucifijos de los colegios, ofenden al Papa en su visita y mientras apoyan la creación de mezquitas.
¿Educación?: ¿A qué educación se refieren? ¿al “super nivel cultural” de una juventud que podía pasar con cuatro asignaturas (matemáticas, historia, lengua-literatura e inglés, por ejemplo)? ¿o al nivel cultural que nos aportan el porcentaje (obligatorio) de extranjeros por colegio?(los colegios tienen un “x” por ciento de plazas para extranjeros, de las cuales, si son cubiertas totalmente, los extranjeros pueden ocupar otras fuera de dicho porcentaje, pero si se quedan sin cubrir, los nacionales no pueden, se quedan libres); aunque a nuestros dirigentes esto no les debe de preocupar demasiado, pues llevan a sus hijos a colegios privados, para más inri, católicos.
Tal vez os referíais a libertad en la educación al publicar libros como “educación para la ciudadanía” donde los niños/as no pueden distinguir entre sus propios padres: “Mi papá se llama Pablo y mi mamá Manolo” …
¿Libertad? Jeje jeje.
¿De prensa? Pero si existen más censuras hoy que en los tiempos más crudos de Cuba bajo el mandato de “Fidelito”.
¿Del ciudadano?...con más robos que nunca, delitos con agresión, bandas organizadas, pandillas tipo “latín”, violaciones, maltratos, trafico de drogas,…y no olvidemos a nuestra querida y democrática ETA, eterna amiga de los gobiernos corruptos.
Si estas, entre otras muchas, son las “libertades” que mi “demócrata” Patria tiene para mi, lo siento pero me niego a aceptarlas. Y ahora, una vez más, grito bien alto: ¡NO SOY LIBRE! ¡NO SOY DEMÓCRATA!
Y si aun así no pensáis que nos manipulan y engañan, por lo menos no lloréis después como miserables traidores suplicando perdón, ni os lamentéis cuando vuestra propia mierda os salpique.
Ante el conformismo… ¡REVOLUCIÓN!
Por una Fe auténtica y católica.
Por una Patria grande, libre, limpia y ordenada.
Por una Patria de hombres buenos, fieles, bravos y de honor.
Por Dios, la Patria y la Familia.
¡VIVA CRISTO REY! ¡ARRIBA ESPAÑA!



martes, 11 de enero de 2011

SAN MIGUEL ARCÁNGEL

"Quis ut Deus"

Lucifer era hermoso; resplandecía entre los ángeles como el lucero de la mañana entre las estrellas; contemplábase y sonreía, y en los palacios del Cielo no le parecía que hubiese belleza semejante a la suya. Y en el vértigo de su endiosamiento levantó el estandarte de la rebelión contra el Rey universal, creador de todas las cosas. El Cielo se estremece con la primera lucha que ha habido en el mundo; escuadrones de ángeles se agrupan en torno del rebelde, deslumbrados por su hermosura maravillosa; parecía como si el Cielo fuese a quedar desierto, cuando bajo las bóvedas inmortales resonó una voz potente que decía: «Mi-ka-El.» Y a este grito: “¿Quién como Dios?”, Satán y sus cohortes fueron arrojados al abismo y sumidos para siempre en las tinieblas infernales. De ángeles se convirtieron en demonios, de espíritus puros, brillantes, luminosos, en genios maléficos horribles, esclavos de la ira y de la iniquidad. La lucha prosigue en la tierra a través de los siglos. Vencido en el Cielo, Luzbel aspira a vengar su derrota en la tierra, oscureciendo la inteligencia de los hombres, poniendo estorbos en sus caminos y esforzándose por llevarles a participar de sus eternas desgracias. Pero el grito victorioso resuena siempre junto a él, y Miguel aparece blandiendo su espada flamígera, lanzando al combate las milicias angélicas e infundiendo la confianza en el pueblo de los servidores de Dios.

Así nos habla la tradición, así nos lo enseña la Iglesia, así lo creemos piadosamente los cristianos...

lunes, 10 de enero de 2011

Orgullo español

"Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional."
CONSTITUCION ESPAÑOLA -Título preliminar- Art.8 - 1.


Orgullo Español from CarlosMaxo on Vimeo.

“Vivimos en un mundo que tiene muros y esos muros han de estar vigilados por hombres armados, ¿quién va a hacerlo, tú? ¿Usted teniente?

Yo tengo una responsabilidad mayor de la que puedas calibrar jamás. Tú lloras por Santiago y maldices a los marines. Tienes ese lujo, tienes el lujo de no saber lo que yo sé, que la muerte de Santiago aunque trágica, seguramente salvó vidas y que mi existencia aunque grotesca e incomprensible para ti, salva vidas.

Tú no quieres la verdad porque en zonas de tu interior de las que no charlas con los amiguetes, me quieres en ese muro, me necesitas en ese muro.

Nosotros usamos palabras como honor, código, lealtad, las usamos como columna vertebral de una vida dedicada a defender algo, tú las usas con sorna, y no tengo ni el tiempo ni las más mínimas ganas de explicarme ante un hombre que se levanta y se acuesta bajo la manta de la libertad que yo le proporciono y después cuestiona el modo en qué la proporciono.

Preferiría que sólo dijeras gracias y que siguieras tu camino, de lo contrario te sugiero que cojas un arma y defiendas un puesto.”

Diálogo de la película "Algunos hombres buenos"



domingo, 9 de enero de 2011

Oda al dos de Mayo


Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes crespones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.

Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron...
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron:
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona
que libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona...!

Do quiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
cantando tu valentía;
desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África , que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!...

Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantosa esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones;
nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.

Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial;
en tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque indómitos y fieros,
saben hacer tus vasallo,
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros...

Y aun hubo en la tierra un hombre,
que osó profanar tu manto...
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!...
Sin que el recuerdo me asombre
con ansia abriré la historia;
presta luz a mi memoria,
y el mundo y la patria a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.

Aquel genio de ambición
que en su delirio profundo
captando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.

¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!...

La virgen con patrio ardor
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y cuando calmado está
grita al hijo que se va:
"¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!..."

Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba!...

Mártires de la lealtad
que del honor al arrullo
fuisteis de la patria orgullo
y honra de la humanidad...
en la tumba descansad,
que el valiente pueblo ibero
jura con rostro altanero
que hasta que España sucumba,
no pisará vuestra tumba
la planta del extranjero.

Bernardo López García 

Carta abierta del sacerdote copto Yoannis Lahzi Gaid al imán Ahmed al-Tayyeb

Los coptos, durante largo tiempo discriminados, han pedido y están pidiendo una solución justa a sus problemas para frenar las injusticias. Sus exigencias se fundan siempre en el principio que afirma «La patria para todos pero la religión, para Dios» que, según su conciencia, es el fundamento de cualquier estado civil y de cualquier civilización evolucionada. Por desgracia han obtenido, después de cada suceso de atentado, siempre la misma cortés respuesta y las habituales palabras de comprensión y de solidaridad que no son suficientes para sus necesidades de poder expresarse libremente en el ámbito político, social y sobre todo religioso y de poder vivir tranquilamente, sin tener miedo de la opresión y de las amenazas. Los coptos, en toda su larga y luminosa historia, no han pedido la intervención de países extranjeros para ser ayudados en sus problemas, buscando siempre el evitar las posibles recriminaciones de parte de sus compatriotas que, habrían podido ver en tal intervención extranjera, la traición de parte de los coptos a su patria; y ejerciendo siempre una resistencia pacífica, no obstante el dolor, las injusticias y el silencio perpetrados por las autoridades nacionales.

Por otra parte, vivimos en un mundo globalizado en el que circulan, a tiempo real, noticias del globo entero, por esto es más que natural, respetable Imán Al-Azhar, asistir al alzamiento de una multitud de voces internacionales ante los sucesos aberrantes de los múltiples atentados que han sido verificados y se están verificando; ante las intimidaciones de las que son objeto los cristianos, obligados a emigrar del Oriente Medio para no ser masacrados. Es natural, entonces, escuchar del Santo Padre Benedicto XVI, cabeza de la Iglesia Católica, la invitación a proteger las minorías perseguidas en nuestro querido Oriente. Lo que sorprende, respetable Imán, no son las palabras del Papa, sino la actitud de algunos responsables religiosos y políticos que se quedan quietos y callados ante los múltiples homicidios de gente inocente; y que frente a las injusticias perpetradas a sus hermanos, se limitan a pronunciar las típicas y corteses palabras de condena.

Lo más triste, respetable Imán, es que Al-Azhar, la máxima institución religiosa islámica, se limita a condenar tÍmidamente a través de corteses declaraciones sin, nunca, pronunciarse claramente sobre la cuestión de la violencia y del asesinato de los «no musulmanes». Sin rechazar claramente las fatwas islámicas que consienten, incluso instigan y legitiman, el derramamiento de la sangre de los no musulmanes e invitan a apropiarse de los bienes y propiedades de los cristianos como si fuesen botín de guerra.

Es extraño, respetable Imán, que usted como Imán (jefe) de Al-Azhar, no haya pronunciado todavía una declaración explícita que prohíba el asesinato de los no musulmanes, no haya declarado con palabras rotundas, dirigidas a aclarar la posición del Islam frente a la violencia; explicando el significado de la yihad (guerra santa) contra los no musulmanes, no haya hecho una clara declaración, de manera que se evite cualquier manipulación coránica por parte de los terroristas.

Es vergonzoso, respetable Imán, que cuando hablan los compatriotas, especialmente aquellos que se declaran «moderados» e «intelectuales», lo máximo que lleguen a decir de los coptos es que son Ahl-Zimma -confiados a la tutela del Islam- una frase que destruye todo esperanza de conseguir una convivencia pacífica y civil basada en la igualdad y el respeto. Ya que, el término, «tutelados por el Islam» es un término que se radica en una definición basada en la desigualdad, en cuanto que confía a una parte el deber de proteger a la otra, y por tanto provoca el racismo y la discriminación entre personas que deberían ser iguales y, de la misma manera, ser tuteladas por una misma constitución, unas mismas leyes del Estado.

Respetable Imán, las tragedias que viven los coptos todos los días son más importantes que una visita de cortesía al papa Shenouda III -papa de la Iglesia Copta Ortodoxa de Egipto-, mucho más urgentes que declaraciones verbales, es señal de que en Egipto y en la mayor parte de países árabes falta la «igualdad» entre ciudadanos, es señal de que se aplica el concepto de un Estado policial donde los cuerpos de seguridad y los religiosos controlan las ideas de las personas, de sus actos y finalmente de si respiran.

La solución, respetable Imán, no se encuentra en la condena de las palabras del Papa o de los estados extranjeros, sino en el cuidar nuestras enfermedades con nuestras propias manos. Ni el Santo Padre ni la opinión pública internacional habrían hablado si nuestras condiciones de seguridad y de justicia estuvieran garantizadas, si nuestras leyes asegurasen los derechos de todos, si no se tratase a una parte del pueblo como «minoría perturbadora», o solamente como seres Ahl-Zimma -confiados a la tutela islámica-.

Ninguno habría intervenido, respetable Imán, si nuestro país estuviera fundado sobre leyes iguales para todos, sobre leyes aplicadas sin discriminación de religión, de lengua o de pertenencia política. Ninguno habría hablado, si la sangre de nuestros hijos y de nuestros hermanos, no hubiera sido derramada sin culpa, el día de la Navidad y de fin de año. Ninguno habría hablado si los países musulmanes de Medio Oriente hubieran estado al lado de sus hermanos cristianos y hubieran frenado esta hemorragia de emigración, asegurándoles su tutela.

Ninguno habría hablado, si los países islámicos hubieran actuado contra el terrorismo religioso y el integralismo islámico, que legitima la matanza de cristianos; como ha sucedido con las viñetas consideradas ofensivas para el Islam. ¿Por qué se afirma el derecho a un ser humano y se niega el mismo derecho a otro ser humano? ¿Por qué se afirma el derecho de condenar cualquier acto o palabra, cuando son consideradas ofensivas para los musulmanes en países occidentales, sin decir nunca que ésto significa interferir en los asuntos internos de estos países, mientras se condena la oración del Papa contra las masacres, contra las injusticias?

Respetable Imán, nadie habría intervenido si hubiésemos adoptado una única medida de comportamiento, si hubiésemos, desde hace tiempo, estudiado y analizado nuestra situación interna, si hubiésemos resuelto nuestros problemas de forma civilizada y respetando una única ley igual para todos. Y decir que otros países interfieren en nuestros asuntos internos es otro motivo de tristeza porque demuestra solo tenemos miedo del escándalo, que lo que debe continuar es el «silencio del resto del mundo», que no queremos encontrar una solución justa, factible y veloz, queriendo sólo enterrar la cabeza bajo tierra en vez de curar el miembro enfermo, o encima queriendo cortarlo.

Cristianos inocentes han sido asesinados en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro en Baghdad por mano de terroristas que gritaban el nombre de Dios y recitaban versos del Corán. Los coptos han sido asesinados durante el fin de año en Alejandría, por mano de integristas que siguen la voluntad de Alá. Esta es la enfermedad que reside en este modo de interpretar los preceptos coránicos. Pero en esta misma enfermedad se encuentra la cura. Las masacres que los terroristas cometen en perjuicio de los cristianos, ¿son aceptables desde el punto de vista religioso e islámico? ¿Sus versos coránicos y sus argumentos doctrinales se fundan en la verdad? Estos terroristas ¿son verdaderos fieles musulmanes? Estas son las preguntas que necesitan respuesta, respetable Imán porque en su respuesta se encuentra la clave para frenar o alimentar todavía más, los ríos de sangre derramados.

En resumen, respetable Imán, el Santo Padre no ha intervenido en los asuntos internos de Egipto, sino que ha hablado en favor de los cristianos oprimidos y perseguidos, porque su voz se alza siempre contra cualquier discriminación o injusticia, contra cualquier hombre, cristiano o no, porque «el silencio frente a las injusticias es un demonio». Como olvidar que él ha condenado todos los actos de extremismo cometidos contra cristianos o musulmanes así como ha condenado todas las acciones ofensivas hacia los sentimientos de los fieles de cualquier religión.

Habría estado muy mal si su Santidad hubiese callado frente a los homicidios, a las masacres, a las persecuciones, a las migraciones forzadas de los cristianos del Medio Oriente sucedidas a los ojos de todo el mundo. Habría estado mal si él hubiese cerrado los ojos mientras las iglesias son profanadas y saqueadas y si no hubiera levantado la voz viendo que sus hijos son asesinados y perseguidos por el solo motivo de ser cristianos.

Respetable Imán, usted debería haber agradecido al Santo Padre por sus sentidas condolencias ofrecidas a sus/nuestros hermanos coptos, que han sido asesinados el día de nochevieja, en vez de condenar sus palabras considerándolos con una interferencia. Usted debería haber tendido sus manos a las manos del Santo Padre, tendidas para sostener un diálogo pacífico entre las religiones, en vez de rechazar las declaraciones y provocando, contra él y obviamente contra todo cristiano, la exacerbación de una situación, ya muy delicada, reforzando involuntariamente, todavía más, el extremismo.

Que el Señor tenga piedad de nuestro amado Egipto y aleje de él todo extremismo e intolerancia, sembrando en los corazones Su compasión al servicio de la verdad y de la justicia, para trabajar codo con codo, con el fin de establecer la igualdad, la convivencia pacífica y para construir una nación fundada en la libertad religiosa y sobre la igualdad de derechos y deberes de todas las personas. Que nos dé la valentía de curar seriamente las enfermedades, en lugar de condenar a aquellos que quieren nuestro bien, acusándolos de intervenir en nuestros asuntos.

Religionenlibertad.com 

sábado, 8 de enero de 2011

"Odio a muerte al invasor"





Hacen falta pocas palabras para resumir el deseo de conquista (en parte ya realizada) que muestran los hijos de....Mahoma, y el apoyo de ignorantes, cobardes y analfabetos (representados perfectamente por nuestro querido presidente) que no recuerdan como nos pisaron ya una vez y que tardamos ochocientos años en mandarlos a su casa de vuelta. ¿Aun hay gente que cree de verdad que vienen en son de paz? ¿Realmente puede haber tanto hipócrita que crea que con estos "seres" se puede convivir? Camaradas, es la hora de demostrar que NO QUEREMOS esa "convivencia", NO DESEAMOS que nos pisen, NO PERMITIREMOS que nos invadan.

ÁNGELUS 
V. El Ángel del Señor anunció a María
R. Y concibió del Espíritu Santo

Avemaría 

V. He aquí la esclava del Señor
R. Hágase en mí según tu palabra

Avemaría

V. Y el Verbo se hizo carne
R. Y habitó entre nosotros

Avemaría

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo   
   




viernes, 7 de enero de 2011

Camacho: "Iniesta de mi vida"





Homilia 20N 2010 (19N Santa Gema)

FRANCO Y JOSÉ ANTONIO SON ESPAÑA. Franco, el soldado heroico, José Antonio, el mártir heroico, son España. Es cierto que España es mucho más grande que ellos, pero no es menos cierto que ellos nos devolvieron España, la España de siempre, la España inmortal. De una forma especial quiero agradecer al Caudillo invicto el estar hoy aquí con vosotros, el ser sacerdote católico y tener la posibilidad de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa porque fue él quien salvó a la Iglesia Católica del exterminio. Y junto a él, José Antonio quien dio vida a la idea y a todos los caídos que la rubricaron con su sangre.

La Católica España, la TRINCHERA INVENCIBLE DE CRISTO REY, está recibiendo los golpes más virulentos de Satanás y de sus servidores. La España que fundó su unidad nacional en la FE CATÓLICA con el III Concilio de Toledo (586). La España que derrotó y reconquistó al Islam esta bendita “tierra de María”, como la definió Juan Pablo II. La España que evangelizó, que dio a luz DESANGRÁNDOSE a todo un continente entero y cuyos misioneros llevaron la Cruz de Cristo hasta los confines de la tierra.

La España luz de Trento, martillo de herejes, cuna de santos. La España que derrotó a la media luna en Lepanto salvando a la Cristiandad de una nueva invasión islámica. La España que luchó y venció; primero a la revolución religiosa de Lutero, después a la revolución política del liberalismo, tanto progresista (jacobino), como conservador (girondino) que fue exportada por Napoleón. Y por último, la España que derrotó la revolución social del comunismo ateo, la Internacional Socialista y la masonería, el mayor enemigo de Nuestra Santa Madre la Iglesia.

Comprendéis por qué precisamente en España el golpe que Satanás debía descargar debía ser más fuerte que en ningún otro lugar. Ahora aparentemente, PARECE, que finalmente hemos sido vencidos por la revolución sexual, por la cultura, o mejor dicho, por la anticultura del mayo del 68 francés. Pero como diría Santa Teresa de Jesús: “La verdad padece, pero no perece”.

Cuando hoy escucho a personas que sostienen los mismos ideales de Dios y España por los que combatieron y murieron Franco y José Antonio, leyendo entrelineas veo tristeza honda y MUY POCA ESPERANZA. Pidamos al Señor y a la Virgen Santísima el valor, el coraje y la fortaleza de estos dos grandes hombres que no escatimaron sacrificios y que no se guardaron nada para sí mismos inmolando sus personas por completo en el altar del sacrificio a la fe y la Patria.

No vengo hoy a echar incienso a Franco y a José Antonio, no vengo a presentaros sus personas a la ADMIRACIÓN, de sobra son conocidos por todos los aquí presentes. Vengo a proponerlos a la IMITACIÓN. La situación en que los primeros días de la Cruzada de Liberación dejaban a las Fuerzas Nacionales era prácticamente desesperada en comparación con toda la superioridad de las hordas marxistas. Pero fue la FE CIEGA en la VICTORIA la que hizo que estos dos hombres empuñaran la bandera de la Tradición Española más pura y que tras ellos otros muchos, como un solo hombre, siguieran sus huellas de valor, heroísmo sin medida y de sangre.

No es en los en la superioridad de los medios en lo que tenemos que cifrar la esperanza del triunfo, sino en la SANTIDAD DE LA CAUSA que defendemos. Esto, ellos lo tuvieron muy claro. ES DIOS QUIEN DA LA VICTORIA, no nuestras armas. Recordad la Historia de Gedeón, que con un puñado de hombres venció a un ejército inmenso, recordad la victoria de Israel contra los amalecitas por la oración de Moisés, y más cercanos a nosotros recordad la gesta de Bailén o la defensa del Alcázar de Toledo y tantas otras. Y es que la historia se repite porque “la verdad padece pero no perece”.

“Él debe reinar” (1ª Cor 15,25), el Señor tiene que reinar. Lo necesitamos más que nunca ante el dantesco horizonte actual, ante el GROTESCO SUICIDIO de la civilización occidental, ante la apostasía de la antigua Cristiandad, por “los amarguísimos frutos que este alejarse de Cristo por parte de los individuos y de las naciones ha producido con tanta frecuencia y durante tanto tiempo” (Quas Primas n.24).

Cuando los hombres pretender traer el cielo a la tierra, lo que acaban trayendo es el INFIERNO más cruel, precedido de montañas de cadáveres, de destrucción y de persecución a la Iglesia hasta su aniquilación. Todo tiene su raíz en la Encarnación, porque el cristianismo es la Religión del Dios que se hace hombre, y frente a ella se alzan desafiantes; la religión del dios que NO se hace hombre, del Dios que no interviene ni en el mundo ni en la vida y se desentiende de nosotros –el deísmo de la ilustración, el naturalismo cuyo hijo en política es el liberalismo-; y la religión del hombre que se hace dios –el socialismo, el comunismo y la democracia- que conduce necesariamente al laicismo, como podemos ver que ocurre en nuestra Patria al sustituir la Voluntad de Dios por la voluntad del hombre. Qué cierto es que todo error político, en el fondo, no es más que un error teológico. Escuchemos al Santo Padre Pio XI: “Desterrados Dios y Jesucristo de las leyes y de la gobernación de los pueblos, y derivada la autoridad, no de Dios, sino de los hombres, hasta los mismos fundamentos de la autoridad han quedado arrancados, una vez suprimida la causa principal” (n.16).

Nuestros mártires y héroes pelearon y murieron por hacer realidad la promesa del Corazón de Jesús grabada a sangre y fuero en el Cerro de los Ángeles: “Reinaré en España”. A los que nos encontramos aquí reunidos nos mueve un fortísimo impulso interior, suscitado por el Espíritu Santo, como el que sintieron aquellos hermanos nuestros en la fe, cuando expectantes se reunían por millares en la explanada de Clermont a finales del siglo XI (1095). Cuando escucharon la convocatoria del Papa a la Cruzada le respondieron con un clamor unánime: “¡Dios lo quiere!” y tomando la espada marcharon a la lucha en defensa de la Cruz de Cristo.

La situación actual no admite términos medios, por eso hoy, desde aquí, en nombre de Cristo Rey y por la sangre de todos nuestros mártires y caídos por Dios y por España os convoco a proseguir con la Cruzada, con el espíritu de la Cruzada que es un espíritu de ESPERANZA, de FE CIEGA en la VICTORIA que Dios NOS QUIERE DAR. Nos van a perseguir con más saña hasta intentar por todos los medios nuestra más completa aniquilación pero: “No tengáis miedo”, nos repetía incansablemente el Vicario de Cristo en la tierra, Juan Pablo II… ¡no tengáis miedo!, también os repito yo hoy. LUCHAMOS POR EL SEÑOR, luchamos por el Señor… Por la fe y por la Patria, por el Altar y por la Familia. ¡Dios lo quiere! Va por Ti Dios Nuestro, somos tus soldados y sabemos que ante Ti nunca seremos héroes anónimos.

Nos encomendamos a la intercesión poderosa de la Virgen Inmaculada, María Santísima y de todos los “que hacen guardia sobre los luceros” para que nos bendigan, nos defiendan y fortalezcan para seguir honrando, para seguir IMITANDO a los que nos precedieron combatiendo, siempre “inasequibles al desaliento”, por Dios y por España. Así sea.

Gabriel Calvo Zarraute

"Memoria Histórica" en Bilbao...¿Ya no os acordais?

jueves, 6 de enero de 2011

La muerte de José Antonio Primo de Rivera

José Antonio era alto, guapo, moreno y con la mirada profunda que le confería el ser un jurista de primera calidad, condición aplicable a su carácter como persona. Ciertamente, pertenecía a eso que llamamos aristocracia. Pero jamás fue un aristócrata altivo y clasista. Fue un aristócrata sencillo, un aristócrata “popular”, entendiendo el término como un hombre rico que se preocupaba por las clases populares. En vez de dedicarse a derrochar su fortuna en orgiásticas experiencias o en holgazanear, decidió dedicarse por entero a España y a los españoles. En ello invirtió largas y pesadas horas, comiéndose la cabeza para encontrar la fórmula secreta que sedujera a esas clases españolas, proletariado, burguesía y aristocracia, en las que él depositaba las esperanzas para construir la España una, grande y libre que figuraba en la cosmovisión falangista. 

En el preciso momento en que José Antonio miraba su reloj eran las tres de la madrugada del 20 de noviembre de 1936. En breves horas sería ejecutado. El sueño de ver a su amada España en lo más alto de la posición mundial se iba a desvanecer. Quizá algún día, allá desde el Cielo, podría ver resurgir a España. ¡Quién podía saberlo! Las fuerzas nacionales habían fracasado en Alicante, maldecía. ¿Por qué tenía que morir? Bueno, pensaba tras la dubitación, era muy lógico que, habiendo sido asesinados millares de falangistas y de derechistas durante el decurso de la guerra e incluso antes, cayera ahora él, que era el máximo dirigente de la fuerza nacional más importante: Falange.

Tomó la Biblia que había en la mesa de su celda, y abrió por una página al azar. Leyó: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo” Hojeó más allá, y se encontró con la sentencia: “Padre, aparta de mí este cáliz”. José Antonio, que se había mostrado muy entero en la defensa que hizo de sí mismo y de su hermano, no pudo evitar que una lágrima empezara a recorrer su mejilla, y exclamó un poco en voz alta: “Señor, el fin para mí está cerca. Aparta de mí este cáliz. Por favor, no me abandones”. Se tumbó en la cama y comenzó a escribir en una arrugada hoja de papel: “Esto toca a su fin. En unas horas estaré ya junto a Dios y su Juicio. Los ángeles con espadas estarán esperando mi llegada. Me voy sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero no espero que nadie incurra en dramatizaciones inútiles de mi muerte. Ahora mismo están luchando por los campos de España miles de falangistas dispuestos a dar su sangre por la España en la que creen y a la que yo les acerqué. Es normal, por lo tanto, que yo, que soy el líder de esos muchachos de corazón ardiente, dé mi sangre por esa España que yo traté de alcanzar en vida. Espero que las escuadras enteras de falangistas que añoran la España inmortal sirvan a su nuevo jefe, el general Francisco Franco, como lo hicieron conmigo. Mi muerte no debe significar el fin de nuestra lucha, pues mientras haya un solo falangista en España, nuestro ideal seguirá vivo y en pie. Tengo a mi lado un crucifijo que espero me ayude a superar el miedo que ahora me atenaza el corazón. Sé que habrá muchos camaradas, muchos amigos, muchos familiares que llorarán mi pérdida, pero sólo puedo decirles que no se preocupen, que en unos años (espero que muchos, porque ellos aún son útiles en el servicio de la Patria) nos veremos allá arriba, en comunión con el Altísimo que todo lo puede. Confío en que esta guerra, tan dolorosa, sirva para expulsar por fin del interior de España a los diablos marxistas y liberales, que son quienes nos han llevado a esta situación. Un abrazo para todos aquellos que pusieron su fe ciega en mí y hasta siempre, José Antonio”.

Ya eran las 5 y media. José Antonio sacó una foto de sus padres que tenía guardada en la maleta, y besándola con cariño, dijo en voz muy baja: “En breve nos veremos, papá. Por fin podré darte un beso, mamá. No sabes lo que he sufrido por tu ausencia”.

A continuación, guardó la foto y sacó una serie de cartas, que iban dirigidas a sus familiares y amigos. Las dejó sobre la mesa y las releyó despacio. Las volvió a guardar y las acompañó con una nota que ponía: “Dar a sus destinatarios”. Se peinó el poco pelo que aún perduraba en su cabeza, y volvió a recostarse sobre la cama. Rezó en silencio, en una oración que se prolongó una eternidad. Sabía que era la última vez que hablaría con Dios antes de verle. La hora había llegado.

La voz del carcelero retumbó por el pasillo donde se apiñaban las celdas:

José Antonio Primo de Rivera, vístase. Es la hora.

José Antonio se puso, en un silencio conmovedor, las zapatillas, y se echó uno de sus preciosos abrigos por encima. El carcelero, impaciente por llevar a cabo la ejecución y poder así echarse a dormir, le espetó:

Vamos, coño, que es para hoy.

La voz de José Antonio sonó serena para decir:

Como sólo se muere una vez, hay que morir con dignidad.

Una vez que se hubo vestido, José Antonio fue conducido ante la presencia de su hermano Miguel. José Antonio, con un brillo chispeante en sus ojos saltones, dijo:

Hola, Miguel.

Hola, José. Bueno, creo que ha llegado la hora de despedirnos. —le respondió con voz temblorosa Miguel.

Sí, creo que sí. Os quiero mucho a todos, Miguel. Cuando salgas de aquí, dale un abrazo muy fuerte a todos nuestros hermanos y un beso a la tía Ma.

Se lo daré de tu parte. Te quiero mucho, hermano—dijo Miguel con unas lágrimas aflorando en su rostro.

José Antonio, ruega por nosotros.

La voz bronca del carcelero interrumpió a los dos hermanos: “Vamos, deprisa, ya es hora”

José Antonio, que en ese momento estaba abrazándose postreramente a su hermano, fue cogido por la espalda por el carcelero y otro colega. Cuando se lo llevaban, espetó:

Miguel, España no se rendirá. ¡¡Arriba España!!

¡¡Arriba España siempre, José Antonio!!—respondió Miguel conmocionado.

José Antonio, en el pasillo, no pudo reprimirse, y con serenidad, les dijo a los guardianes una frase que ya había pronunciado en uno de sus juicios:

¡Qué equivocados estáis! Vais a fusilarme a mí, que venía en vuestro amparo.

Llegaron al patio de la cárcel. Se oían ruidos de pistolas y de granadas, olía a pólvora. José Antonio fue llevado junto a cinco personas más, tres falangistas y dos carlistas, a un rincón de la prisión. Los jóvenes falangistas quedaron impresionados al ver a su líder, allí, con su imponente abrigo, sereno, incluso con un ademán sonriente en el rostro al ver allí a sus muchachos. José Antonio, en última instancia, dijo a aquellos que se disponían a llevárselo para siempre:

Yo no soy vuestro enemigo. Yo soy vuestra ayuda. No tenéis que fusilarme a mí, sino a vuestros jefes. Ellos no hacen nada por vosotros. Son sólo embusteros.

Los miembros del pelotón de fusilamiento hicieron caso omiso de las palabras de José Antonio. Éste, consciente de que era inútil cualquier intento de avenirse a razones con aquellos, les espetó:

¿Son ustedes buenos tiradores?

Los otros contestaron afirmativamente. José Antonio, cuyo abrigo le había pedido el carcelero como regalo, tomó su abrigo y lo arrojó con fuerza hacia el carcelero. A continuación, apretó con fuerza el crucifijo que llevaba en su mano izquierda. La descarga de los doce miembros del pelotón, seis anarquistas de la FAI y seis comunistas, sonó atronadora. José Antonio, en trance de muerte, exclamó antes de caer al suelo fulminado por las balas, con el brazo derecho en alto:

¡¡¡Arriba España!!!

Todo había terminado. José Antonio yacía ensangrentado en el suelo. Su corazón español había sido fulminado por la acción asesina de las balas. Uno de los cerebros más privilegiados de Europa, en palabras de don Miguel de Unamuno, había muerto. Pero su asesinato no fue en vano. Su generosa sangre regó los destinos de España durante los cuarenta años siguientes, un periodo en el que España volvió a ser Una, Grande y Libre.